Que el hecho de hacer fotografías no es sólo apretar el disparador de la cámara, se ha comentado hasta la saciedad. Detrás de una buena imagen debe haber siempre un proceso previo. Hacer fotografía significa buscar, pensar y planear; así que darle al disparador es sólo un paso más del proceso. Y no es más importante que ninguno de los otros pasos. Vamos a resumir este proceso en tres sencillos pasos. Pero antes… ¿Qué es una buena fotografía?
Cierto es que, si nos dedicamos a darle al disparador de la cámara de manera obsesiva, tarde o temprano saldrá una buena fotografía. Pero lo que realmente diferencia a un fotógrafo de un “toma-fotos” es que el primero fotografía lo que quiere y el segundo, en cambio, lo hace por casualidad. Así que, como fotógrafos, no debemos contentarnos con conseguir una buena fotografía por casualidad, sino que debemos buscarla y trabajarla. Evidentemente no hay una guía para definir qué es una buena fotografía y qué no lo es, porque se trata de algo subjetivo y sobre los gustos no puede haber nunca nada escrito. Pero, en general, una buena fotografía es aquella que ha sido pensada, planificada. Puede estar planificada una parte del proceso o el proceso entero. La casualidad puede tener un factor importante dentro de una fotografía, pero no puede protagonizarla por completo.
El arte de fotografiar consiste en cazar la luz, así que el primer paso para tomar una buena fotografía es controlar la luz que habrá en ella. ¿Qué parámetros acerca de la iluminación debes tener en cuenta?
La luz natural es aquella que proviene del sol (sea directa o indirectamente) mientras que la artificial proviene de cualquier otro tipo de foco de luz. La principal diferencia entre una y otra es que la artificial puede ser completamente controlada por el fotógrafo mientras que la natural es más difícil de controlar y se debe hacer mediante, por ejemplo, diferentes tipos de reflectores. Cabe apuntar que no hace falta escoger entre un tipo de luz u otro ya que ambos pueden complementarse.
Las dominantes de color pueden ayudar a que tu foto transmita lo que tú quieras. Puedes utilizar el balance de blancos de manera creativa para conseguir el mismo efecto, pero también puedes servirte de filtros y geles de colores para que la luz que llegue al sujeto sea de un color determinado.
Hay varias direcciones a las que enfocar la luz que son bastante típicas:
Luz Frontal. Aquella luz que incide frontalmente en el sujeto. Tiene como característica que elimina las texturas del sujeto. Por esta razón, esta luz produce aplanamiento en la imagen pues se empobrecen los volúmenes.
Luz Lateral. Es la luz que queda situada a un lado del sujeto. El hecho de iluminar solo por un lado los volúmenes del sujeto hace que se generen sombras que potencien las texturas y volúmenes.
Contraluz. La conseguirás situando el punto de luz detrás del sujeto. Lo primero que se consigue cuando se hace una fotografía a contraluz es que el sujeto se convierta en una silueta. Esto tiene infinidad de posibilidades a nivel creativo. Por ejemplo: el ojo humano puede reconocer rápidamente a qué pertenece esa silueta o puede interpretarla como algo totalmente alejado de la realidad. A tu criterio está decidir cómo usar el contraluz.
Luz Cenital. Se trata de una luz situada justo encima del sujeto. Produce sombras sobre el mismo sujeto que pueden no ser muy estéticas. Por otro lado, genera un efecto muy teatral.
Luz Nadir. Al contrario que la luz cenital, la luz nadir se consigue situando el punto de luz justo debajo del sujeto. Esta es la luz más extraña de ver en una fotografía, es la que menos se utiliza pues sus resultados son muy poco naturales: las sombras que se generan en los sujetos no se encuentran en la naturaleza. De todas formas, y como ya hemos comentado, en tu criterio como fotógrafo debes decidir si te interesa usar esta luz para fines más o menos creativos.
Estos no son todos los tipos de iluminación que existen. Además, el fotógrafo puede (y debe) modificar siempre que pueda el ángulo en que la luz incida sobre el sujeto a fotografiar para conseguir el resultado que se quiera. Además, en cada situación pueden ser más recomendables unos ángulos de iluminación u otros. Por ejemplo, en los retratos suele ser recomendable evitar la iluminación frontal.
Un consejo: si quieres aprovechar la luz natural, no dejes que sea la posición del sol la que mande sobre la iluminación de tu fotografía. Mueve al sujeto, hazlo girar, ponlo en la sombra… cualquier cosa que se te ocurra es válida para conseguir tus fotografías. ¡Experimenta!
¿Qué vas a querer para tu fotografía: una luz dura o una luz suave?
Luz dura. Genera altos contrastes en el sujeto y unas sombras muy marcadas. En términos generales, las sombras de las fotografías deben controlarse muy bien para que no se pierda información en ellas. Pero hay veces en las que, sea por la razón que sea, puede interesarte generar sombras: para potenciar el volumen del sujeto, para que te ayuden en la composición, para crear efectos dramáticos…
Luz suave. El sujeto se ilumina más homogéneamente de manera que se eliminan o se reducen mucho las sombras, creando así sensación de suavidad. Conseguir una luz suave es más difícil que conseguir una luz dura. Para ello deberás contar con la ayuda de difusores. Tienes varias opciones: conseguir un difusor para tu flash, construir tu propio softbox o, incluso, rebotar la luz del flash en el difusor más grande y popular: el techo.
En realidad, el “disparo” es el último momento de este segundo paso. Antes de apretar el disparador, debes ser consciente de lo que vas a fotografiar:
La velocidad de obturación. ¿Vas a cazar un movimiento? o ¿vas a intentar reproducirlo? ¡Escoge bien! Si no estás muy seguro de ello, este artículo puede ayudarte!
La apertura de diafragma. ¿Cuánta profundidad de campo vas a querer en la foto? ¿Te interesa centrar la atención en un punto concreto o que toda la imagen quede enfocada? Si andas un poco pez en este aspecto, échale un ojo a este artículo!
La composición. ¿Sabes la cantidad de reglas de composición que existen? Puedes consultar algunas de ellas en este artículo. A tu elección está seguirlas o romperlas, en función de lo que quieras conseguir en tu fotografía!
Ahora sí, ya puedes hacer “click”.
Pero no pienses que tu trabajo ha terminado. Hay un tercer paso:
El revelado de fotografías es un tema un poco delicado. Algunos puristas afirman que una buena fotografía debe serlo antes de pasar por el procesado y, en parte, tienen razón. Personalmente considero que el procesado debe mejorar la fotografía, no crear una imagen nueva. Por supuesto no es malo ser habilidoso con Photoshop y crear mundos nuevos a partir de una imagen, pero quizás eso se alejaría de la fotografía para acercarse más a las artes gráficas. En mi opinión, como he dicho, el revelado debe mejorar la fotografía, debe dotarla de personalidad, acercarla más a tus propios gustos. Hay veces que realizamos una fotografía y no estamos contentos con ella porque la vemos “muy del montón”. Desde aquí os recomiendo procesar todas aquellas imágenes que creáis oportuno, pues aunque una fotografía no sea espectacular en su inicio, puede llegar a mejorar mucho con un buen (y ligero) procesado.
Dicho esto, ¿cómo se puede procesar una fotografía?
En realidad hay infinidad de programas que te permiten realizar el procesado de una fotografía. Aquí te dejo una lista de ellos, para que puedas escoger el que más te pueda servir!
Fuente: dzoom.org
Autor: Mónica Vidal
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